Cuando el mundo no necesitaba de los humanos (y creo que nunca los ha necesitado) la tierra fértil, fastuosa y tranquila gozaba de millones de amigos, unos arrastrándose por el suelo, otros volando sobre ella, otros corriendo por inmensos suelos verdes y ocres... pero había otros amigos que sólo contemplaban lo que los demás hacían, eran silenciosos - más bien susurrantes - que a los demás les agradaban, pues les permitían dormir junto a ellos, alimentarse de sus manos y sus pies, les compartían su agua y su aire, eran los amigos ideales para la vida.
Sin embargo, al paso del tiempo todo empezó a cambiar, surgió alguien que no estaba invitado, comenzó también a alimentarse de ese amigo común, a cobijarse de él quitándole sus brazos para hacer fogatas, cortando sus dedos para hacer flechas, rasgando su suelo para construir chozas, algo no andaba bien.
Entre todos, taciturnos, se preguntaban que quién era ese individuo soez y despilfarrado, que sólo llego a convertir todo a su beneficio y causa. Nadie daba un buen comentario del extraño y repudiado intruso; en cuanto lo veían acercarse huían por miedo a que fueran cena y vestidura, sólo unos pocos lo aceptaron y se convirtieron en cómplices, no les quedaba otra opción. Los amigos frondosos seguían contemplando sin hacer nada. No podían aconsejar acción alguna porque simplemente decidieron ser testigos del exceso, aún a pena de su destino.
Como nadie pudo detener al intruso el mundo tuvo que hacer algunos cambios, tan feroces como el colmillo e implacable como la garra. Era necesario demostrarle que ese no era su lugar ni su decisión. Comenzó por quitarle tranquilidad y darle preocupación, siguió con darle más trabajo y darle menor beneficio, prosiguió con impedirle dormir aumentando el calor sofocante y disminuyendo su agua, y terminó por impedirle respirar limpio y profundo. El desgraciado intruso entendió que todo lo había hecho mal, que a él no pertenecían las cosas terrenales, sólo sus pensamientos. Tuvo que hacer cambios.
Preguntó a la naturaleza qué podía hacer, ella le dijo que imaginara un mundo como cuando llegó a él, como en un principio: había armonía, todos podían saciar su hambre y sed, todos podían respirar aire fresco y para todos alcanzaba lo que la tierra producía "Tienes que devolver lo que te llevaste, usas muchas cosas que son mías, muebles de madera, papel, tierra en todas sus formas, mi agua y aire los has combinado con sustancias que no deben de estar ahí. Comienza a cambiar ahora pues no te daré otra oportunidad y te doy poco tiempo para hacerlo".
¿Habrá entendido el mensaje? ¿Realmente podrá hacer lo que la señora dueña de la vida le pide? No lo sé, de lo que sí estoy seguro es que hoy agarró su pala y fue a hacer hoyos para los nuevos árboles que va a plantar. Puso retenes de tierra para evitar la erosión del suelo. Construyó nidos, comederos y bebederos con las botellas de plástico que tiraba. Decidió tener una sólo bolsa reciclada para sus compras, ya no pide de plástico. Ahora camina más y usa menos su auto. Raciona su agua y comparte los vegetales que produce en su huerta casera. Puso un botón en su blog que dice "Mi blog es CO2 neutral". Entre otras cosas más...
Puede ser un buen comienzo, pero ¿podrá ser como en un principio...?
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